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Pandemia y prácticas profesionales

Foto del escritor: Aurora QUINTEROAurora QUINTERO

David Olivares López, estudiante de Lengua y Literatura Hispanoamericana durante la generación 2016-2020, perteneció al grupo de universitarios desorientados durante la primera fase de la pandemia. El inicio de la cuarentena a causa de la Covid-19 en el mes de marzo de 2020 tuvo una sincronía singular con el principio de las prácticas profesionales de la licenciatura. Lo que inició como una preocupación lejana y, por lo tanto, inofensiva pronto daría paso a una realidad pasmosa que nadie pudo prever ni solventar sin secuelas. El ahora egresado menciona la incertidumbre como principio motor de todas las actividades. No fue diferente en el caso de sus prácticas profesionales, las cuales cursó en la Secretaría de Difusión Cultural y Extensión Universitaria de la UATx, específicamente en el departamento editorial a cargo de la licenciada Aracely Méndez Licona. Adaptarse a la lejanía y el encierro no resultó fácil. David tenía como principal actividad fungir como corrector de estilo de la revista Voz UATx y demás textos; además actividades administrativas varias que realizaba en las oficinas del departamento. La naturaleza del trabajo le fue enseñada de manera presencial: el pasante entregaba las hojas con las indicaciones de corrección


personalmente y éstas eran revisadas por la encargada; sin embargo la distancia provocó que el trabajo pasará a realizarse a través de software de procesamiento de texto. Asunto que cambió la dinámica de trabajo, sustituyendo los signos de corrección por notas y comentarios. Si bien no fue sencillo, las dificultades fueron sorteadas en gran parte gracias a la disposición de la encargada del departamento y una paciencia a veces inesperada. El estudiante cumplió con las cien horas asignadas no sin antes enfrentarse a la burocracia. El verdadero calvario no fue el trabajo sino la entrega de los documentos necesarios para certificar las prácticas profesionales. El contacto fue tedioso e interrumpido; las naturales erratas en los nombres o fechas que, en otro tiempo pudieron corregirse en un simple gesto de cambio de manos ahora se veían cercados por los saludos de correo electrónico, las fallas en el scaner de la impresora, los tímidos mensajes por Whatsapp y la constante vergüenza de solicitar un cambio debido a una eventualidad. A pesar de ello, la respuesta de los intermediarios siempre fue amable, lo que facilitó un proceso ligeramente traumático y a todas luces novedoso (aunque no por ello agradable). La experiencia como practicante en pandemia no es feliz; el egresado piensa que la modalidad presencial pudo resultar mucho más fructífero a nivel académico y personal; además de que la huella de la burocracia es imborrable. Sin embargo, se encuentra agradecido por todas las personas que se mostraron atentas para tenderle la mano en el proceso y por los inesperados conocimientos que le dejaron las prácticas profesionales.

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