“Sí tenemos escritores de terror, yo creo sí les hace falta más lectores y un poquito más de atención” Gerardo Lima
Entrevista con Gerardo Lima
13 de marzo de 2022
El género de terror va ganando presencia en Tlaxcala desde la pluma de Gerardo Lima, joven escritor tlaxcalteca, ganador de múltiples premios y reconocimientos que han galardonado su carrera literaria.
Por Heidi Olivia Bañuelos Hernández
Gerardo Lima (1988) es un narrador y poeta originario de la Ciudad de Tlaxcala, México. En la actualidad cursa la maestría en Literatura Hispanoamericana. Es autor del poemario Ya no hay tokiotas (ITC, 2016); de los libros de cuento Cosmos nocturno (Tierra Adentro, 2018) y Megaloceros (2021). Ha sido becario del PECDA en la disciplina de novela en 2014 y 2018, y en la disciplina de cuento por el FONCA. Destacan sus colaboraciones en revistas tales como Ágora COLMEX, SIEEP, Playboy México, LETRARTE y Tierra Adentro. También ha participado en varias antologías, incluyendo Seamos Insolentes (Destino, 2011) Sampler (ITC, 2014), Breve Manual de cuento fantástico (UAM, 2020), Proyecto Cthulhu (Raíces Latinas, 2020) y Proyecto Carrie (Raíces Latinas, 2021).
Además ha sido galardonado con los premios: Premio Estatal de Poesía Dolores Castro 2014, Premio Tlaxcala de Narrativa 2017 y la Mención Honorífica en el XXXIV Premio Nacional de Cuento Fantástico y de Ciencia Ficción (2018) y el Premio Nacional de Cuento Breve Julio Torri 2018.
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Foto, cortesía de Gerardo Lima
Primeras lecturas del género de terror
—En mi casa sí había libros, pero no eran muy cercanos a la literatura. Cuando me gradué del kínder mi padrino me regaló dos libros, y no me latió porque no era un niño lector, pero después me gustaron; uno era sobre ecología, tenía dibujos muy cercanos para un niño, y otro era mucho más para niños que era Pinocho. Luego mi abuelita me regaló Mi primera Biblia y adoraba ese libro. De los relatos que yo recuerdo que me gustaban de ese libro (Mi primera Biblia) era el de Job, la historia de Jonás, la historia de Daniel y los leonés, las plagas, y la parte del Apocalipsis. Era una versión infantil, pero tiene unas pinturas que están muy feas, pero a mí me encantaba verlas una y otra vez, por ejemplo, la ballena de Jonás siempre me dio miedo y el mar nunca me gustó. La parte del Apocalipsis me gustaba mucho, ver que Cristo descendía con sus ejércitos se me hacía la cosa más hermosa del mundo, muy épico.
—Siempre tuve mucha cercanía con las historias medievales, me gustaba mucho la historia de Merlín. Las historias de caballería me gustaban mucho.
Amor y pasión al género de terror
—Yo creo que todo empezó cuando descubrí a Lovecraft[1] quizá, como en la secundaria, empecé a comprar unos libros negritos de la editorial Edaf, costaban como veinticinco pesos. Me llamaba mucho la atención, curiosamente el nombre “H. P.” que me recordaba a las impresoras. Me chocaba mucho el nombre y por eso quise comprar un libro, y tenía unas portadas muy feas, no me acuerdo exactamente cuál fue el primero, pero cuando lo empecé a leer sentí que estaba viendo como algo ancestral. Hablaba, por ejemplo, de civilizaciones antiguas, hablaba de dioses anteriores a los que conocemos, incluso de civilizaciones prehistóricas. Hay fue cuando me emocioné a tal grado, que no sabía si lo que estaba leyendo ¿es verdad?, ¿tiene partes de realidad o no?, o estoy leyendo pura ficción.
—Y eso me emocionó muchísimo, yo sentí una emoción tan grande de leer a este escritor, y quería leer más y más. De hecho, yo pensé que había como 7 de libros de él, y un día en una papelería me dijeron — Es que son más. No recuerdo cuántos eran, pero tengo el catálogo —y le dije pues tráigame todos, y de a poquito, pero me los iba trayendo. Después el mismo dueño de la papelería me dijo — Oye hay un libro muy famoso que se llama Los mitos de no sé qué, me lo han platicado incluso los distribuidores, ¿no te gustaría que te lo trajera? — . Me enseño igual, el catálogo y dije ¡OK va, Los mitos de Cthulhu! La portada estaba “padre”, porque era amarilla con unos dedos como de serpiente. Lo compré, me acuerdo que costaba doscientos sesenta y nueve pesos, era bastante, de los más caros que había comprado en se tiempo era Drácula que costaba como cincuenta pesos, que era como un “tochote”, igual en la editorial Tomo, que aparte era chistoso porque lo levantabas y no pesaba nada.
—Ya había leído antes a Poe[2] porque yo había escrito unos cuentos para una clase, creo que era la de primero de secundaria. Y la maestra me dijo — Creo que tu estilo es como rocambolesco, medio barroco ¡Tienes que leer a Poe! —. Y ya habíamos visto algo en clase, me acordaba incluso de “El gato negro” que era como para niños, y lo compré como regalo en una feria de Zacatlán, y me gusto, pero no tanto, no me atrajo tanto porque Poe es más recargado, más gótico, entonces no me latió mucho. Drácula sí me llamaba la atención, pero primero leí tal cual a Lovecraft y sus amigos.
Tradición oral, folklore, y cultura de otros pueblos
· La religión
—En todo caso sí podría ser, en primera la parte cristiana. William Peter Blatty[3] dijo —
Yo no hubiera escrito nunca El exorcista si no hubiera sido cristiano —, le daba mucho miedo el diablo. De niño me acuerdo que yendo hacia Chignahuapan la Virgen era enorme. En el lado derecho de la Virgen está un diablo elevándose. Y no me acuerdo en dónde están esas figuras, creo que están en el Ex Convento de San Francisco que son ánimas en pena y hay diablos a su alrededor y llamas, esa parte a mí me impresionaba mucho. Y la cercanía del diablo con las historias medievales, que sí me gustaban mucho.
—Otra religión que me encantaba, pero que no sabía que era una religión, era la tradición nórdica, los vikingos y todas esas historias me encantaban, era como lo que más me gustaba.
· La tradición oral
—Las historias orales que te cuentan en familia, la clásica del Charro Negro, el chillido del muerto, la Llorona. En mi familia contaban siempre historias de terror, llegaba el momento en que sí escuchas constantemente — Es que se le apareció un Charro Negro, es que en la ex hacienda estaba trabajando el tío y vio un humito, o vio un fuego azul y después se le apareció un Charro Negro —. Y, por ejemplo, mi familia materna, ellos trabajaban en una funeraria, más bien, la funeraria era suya. De niño acompañaba a mi abuelito, y sí recuerdo algunas escenas donde yo estaba sentado sobre el ataúd en la carroza, acompañando a mi abuelito y a mis tíos. Ellos contaban historias que al principio me gustaban, pero en la noche eran aterradoras; estas cosas del chillido del muerto, que creo era lo que más me daba miedo, de pronto de la nada escucharás a un muerto chillar o gritar. Incluso hasta hay una oración “La Magníficat” dedicada a sacar espíritus malévolos, era una constante en las historias de mi abuela, y mi abuela siempre la rezaba, entonces yo crecí con esa idea.
· Las brujas en la tradición oral tlaxcalteca
—Hay un libro que es de la UATx titulado Blood-Sucking Witch-Craft, de Hugo G. Nutini y John M. Roberts, es una colaboración con otra universidad, que no me acuerdo cuál es, pero es una universidad gringa, y el tipo hace un estudio bastante largo porque el libro tiene como 400 páginas de la bruja que chupa a los niños, en varias comunidades. Lo hizo en el 94, y menciona todos los municipios de Tlaxcala.
· El elemento onírico y su papel creador en la literatura
— Sí hubo un punto, en que no sé si tenga relación, yo tuve sueños muy malos, soñaba con varias cosas bastante extrañas. Por ejemplo: un tiempo me acosaron dos brujas, que eran brujas con su narizota y las soñaba constantemente. Los sueños empezaron en primaria, pero no eran todos los días, había épocas, no sé distinguir, no era como en Halloween, quién sabe cuándo ocurrían bien, pero eran épocas donde todos los días soñaba y luego dejaba de soñar eso, incluso hasta me cambiaron de cuarto, porque era un poco raro y los sueños eran a veces muy aterradores. Lo que pasaba es yo sentir a la bruja y se me pegaba a la cara, entonces tenerla aquí muy cerca, ya sabía que estaba soñando y que tenía que despertar, pero esa angustia de tener esta cosa y no poder despertar al mismo tiempo era muy cruel.
—En Cosmos Nocturno (2018) sí mencionó esto, incluso la aparición de una virgen dolorosa, cubierta de negro y que abre la boca inmensa, y aparte sus ojos llorando con lágrimas negras, creo que es una de las figuras que más me da miedo, constantemente me pasaron cosas con eso (La Dolorosa) de niño. A mí no me gustan las imágenes de las vírgenes, ninguna, desarrollé cierta aversión hacía ellas. Una vez iba de vacaciones a Oaxaca, con mis abuelitos, yo en iba en la parte de atrás, veo pasar una procesión que traía un nicho en una camioneta, era de una virgen, solo que yo el nicho lo vi vacío y dije ¿Qué pasó, por qué el nicho está vacío?, y le pregunto a mi abuelo ¿Por qué no había nada, ni un santito? Y dice — ¿En dónde? —En la camioneta que acabamos de pasar, mi abuelita se persigna y me dice — ¿Cómo que no viste nada hijo? —, no, no había nada, — ¡Era la Virgen de Juquila! —, no, no había nada. Y se voltea mi papá y dice — Es que sí había una virgen —. Todos la vieron, pero yo no vi nada y me “saque mucho de onda”, tanto que cuando llegamos a Oaxaca mi abuelita me llevó a persignar, que se me saliera el chamuco. Y como ya era común lo de los sueños en mi familia, sí pensaban que ya algo traía yo.
—Estando en secundaría mis pesadillas volvieron, empecé a soñar con una ciudad que tenía un kiosco en medio, todas las calles brotan del kiosco como si fueran rayos de sol ondulantes; al día siguiente recorro las calles y comienzo a hacerme una narrativa, tanto que ya compraba discos, ropa siempre, pero la gente eran sombras. Y Ahí vi un convento, me pareció el convento de Santa Ana, donde yo sabía que no debía acercarme, porque siempre me asustaba. A veces si ya se me hacía muy cansado el sueño, lo hacía a propósito para que ya me pudiera despertar. En una ocasión deje de soñar con la ciudad y pasó como si fuera a un pueblito, estaba en un mole con un primito, y me decían — Oye acompáñalo porque va al baño — subimos a una colina, el baño estaba arriba en un casetita de madera con una rejita, el niño va al baño y se tarda mucho, me asomo a través de la reja para ver si está bien, y veo el campo enorme y viene corriendo un lobo negro, brinca, pasa a través de la reja y de repente estoy yo en mi cuarto acostado con esa “madre” encima de mí gritándome, era un lobo gigante y podía hablar. Yo sé que estoy despierto porque en realidad es domingo, había escuchado a mi papá, empiezo a querer despertar y cuando lo logró empiezo a gritar.
· La música
—Me empezó a gustar mucho la música oscura, primero con New Age porque tenía cercanía con lo medieval y un poquito con lo pagano, luego con música oscura y poco a poco con el metal y cosas que no son metal, por ejemplo, música dark y demás. Entonces hubo un momento que me decían — No puedes escuchar eso, no puedes leer los libros de Lovecraft porque estás atrayendo algo —, y yo, pero es que eso me gusta, no me gusta atraer cosas, pero no puedo dejarlo. Entonces sí tuve mi periodo en secundaria como de “darkie” rebelde, mis papás eran mayordomos de una iglesia y yo iba vestido de negro, de metalero, con mis pulseras de picos a misa. Me volví un mini dark rebelde.
La tradición de la literatura de terror en México
—Como tradición, tal cual sí es escasa a comparación de otros países, pero sí los hay, cuando uno ve, por ejemplo, quiénes son los narradores base de cosas macabras en México, uno da con Amparo Dávila[4], Guadalupe Dueñas[5], con Tario[6]; y luego encuentras algunas autoras como Adela Fernández[7], hay otros, solo que muchos de estos autores retomaron narrativa de fuera. Se nota, por ejemplo, en Amparo Dávila una influencia muy gótica, no es un gótico que surgiera, por ejemplo, de Horacio Quiroga[8], es un gótico más al estilo francés y metido sí en su imaginario zacatecano que podría compararse con, uno ve a Shirley Jackson[9] y ve a Amparo Dávila que escribieron casi al mismo tiempo, y encuentras esta cosa del caos doméstico muy importante en las dos autoras, pero yo creo que ellas tuvieron que buscar su propia tradición. Francisco Tario tampoco era muy seguidor de la narrativa espectral mexicana, pero ¡Sí la hay!
—Cuentos de terror y cuentos macabros los hay desde Riva Palacios[10], los primeros textos de La Llorona, “Lachitas”[11] de Roa Bárcenas, incluso entre el siglo XVII y XVIII, pero ya en el XIX y en el XX ya brotan autores. A principios de siglo estaba Ana de Gómez Mayorga[12], aunque es fantástica, pero tiene algunos relatos oscuros. Y otra escritora que de hecho trabajaba con Gabaldón[13] y que trabajó mucho en cine es Isaura Murguía[14] quien era una guionista que también hizo cuentos, pero ese libro no lo encuentras en ningún lado. Un amigo lo encontró buscando las “librerías de viejo” buscando qué encontraba de terror, y el libro parece de cuentos de terror y la mayoría lo son, pero no es muy común, es algo aislado.
—Aunque hay muchos ejemplos y Laura Méndez de Cuenca[15] que es vista como una escritora de lo romántico, también tiene cuentos macabros, también esta escritora Raquel Banda Farfán[16] solamente encuentras su libro de memorias[17], que sigue viviendo, pero ya es bastante grande y le tocó la época de la escritura de la Novela de la Revolución, aunque tiene escritos que son contemporáneos con los de Nellie Campobello[18], se le ve como una escritora nada más de narrativa de la Revolución, pero tiene cuentos macabros, en La luna (…) tiene varios relatos así, no solamente abarcan los temas mexicanos más comunes, sino que tiene bastantes cosas oscuras, y tiene mucha relación con Laura Méndez de Cuenca; en algunos de sus cuentos este viso hacia lo macabro, los cadáveres quizá no termina por ser terror, pero ya tiene un acercamiento muy estrecho con el género.
—Entre la década de los setenta encontramos a Emiliano González[19], Adela Fernández una escritora super oscura. Quizá en los noventa pareciera que no hay escritores, pero está Adriana Díaz Enciso[20] escribió La sed[21] una novela sobre vampiros en Xalapa. Hay mucha cercanía con algunos autores que de pronto van surgiendo por aquí, por allá, pareciera que es poco a poco, o de un autor que no se dedica solo al terror, pero escribió un cuento, un relato. Porque si uno se va a lo clásico mexicano, va a encontrar que hasta Carlos Fuentes[22] tiene cosas así, “Chac Mool” y “Tlactocatzine” parecen cuentos entre fantásticos y raros y tampoco pondría a Juan Rulfo[23] como escritor de terror, creo que para que exista el terror tiene que ser precisamente una sensación de lo siniestro, que abarque una amenaza, algo errado, una sensación muy cercana entre la emoción de querer saber más y la repulsión.
—Ahorita sí hay bastantes, sí tenemos escritores de terror, que yo creo sí les hace falta más lectores y un poquito más de atención. El panorama editorial pareciera que se había abierto mucho, por ejemplo, con Mariana Enriquez[24] saco en el 2016 Las cosas que perdimos en el fuego, pareciera que de pronto surgió un boom que iba a dar “chance” al terror, pero no ha habido muchos libros de terror, aunque sí hay escritores. Por ejemplo, en Guadalajara hay una escena enorme de escritores de terror, pero la mayoría escribe en medios independientes, son como unos treinta, cuarenta escritores y todos dedicados al terror. En la Ciudad de México sí hay, de hecho, si uno le rasca empieza a ver que Cecilia Eudave[25], aunque es escritora de fantástico, tiene algunos cuentos de terror, Bibiana Camacho[26] no toda su obra ha sido cercana al terror, pero sí ha escrito cosas de terror. Más contemporáneos tenemos a Esquinca[27]. Todo el mundo menciona a Lola Ancira[28], pero no toda su escritura es de terror, tiene un amplio espectro, lo cual no está mal; a veces como que uno lo tiene que ver en equilibrio, porque estamos muy acostumbrados a que los escritores de terror son como Stephen King[29], todo lo que escribieron o casi todo es terrorífico, sin embargo, a veces no ocurre así, tanto Esquinca tiene novelas policiacas o el mismo Francisco Tario tiene cuentos que son fantásticos, la misma Lola Ancira tiene un libro que trata sobre Lecumberri y La Castañeda y otros que son más oscuros.
—Yo pienso que sí hay futuro porque he visto a escritores de todas partes empezar a experimentar con el género desde una autora como Violeta Carrasco[30], Magdalena López quien es de la Ciudad de México y también tiene un gusto por lo macabro muy a lo Poe, algunos cuentos de Ileana Vargas[31].
—Incluso tenemos una escritora que no es muy reconocida, lo que me llama mucho la atención, yo creo que es la escritora más importante en el género que se llama Sandra Becerril que de pronto a nadie le suena, pero es una guionista, que aparte escritora tiene ya unas nueve novelas, incluso ha publicado en Alfaguara, y que nos pase tan desapercibida es extraño. Pero ella ha ganado un montón de premios de guion en Hungría, en Rumania, constantemente está siendo invitada. Ella trabajó con Ryûhei Kitamura un director de cine que hace cosas de ciencia ficción, raras, ya es un tipo bastante reconocido, trabajó con el hijo de Akira Kurosawa, incluso es compañera y amiga del que fuera hijo de Richard Matheson, de este gran escritor. Ella tiene una relación bastante amplia con gente del cine de terror actuales contemporáneos de Estados Unidos, Europa y demás, pero aquí en México casi nadie le hace caso. Y yo la conocí hace escasos tres, cuatro años, precisamente por un escritor de Guadalajara. Tiene una gran trayectoria, ella es toda una personalidad, conoce el género, conoce todo el ámbito del cine y también escribe, lo cual es una joya.
Entonces sí los hay. Yo estoy haciendo una antología de cuento de terror para la editorial Fondo Blanco, he invitado a autoras como Raquel Castro, sí invité a Lola, a Magdalena, una chica que le hacen más caso en Paraguay y en Argentina que acá se llama Violeta García.
Lectores de la literatura de terror
—Yo creo que sí, entiendo que más llama la atención sea cierta escritura, por ejemplo la literatura de violencia, la literatura que tiene que ver precisamente con lo social, con el ejercicio del combate contra el machismo, de perspectivas femeninas, sean feministas o no porque también hay de todo; la mayoría de los libros que son tomados en cuenta tienen que ver mucho con el sistema y que no necesariamente es malo, quizá todavía estamos muy cercanos al Realismo, por ejemplo, Alfaguara a quién ficha a escritoras y escritores que son parte de una narrativa realista, o una exploración que tiene que ver con las narrativas del Yo, con la visión de lo confesional, Almadia últimamente ha sacado varios libros de escritoras que manejan mucho lo confesional, por ejemplo, Jazmina Barrera[32] hablaba sobre la cuestión del embarazo y la posibilidad de perder a un niño, que esto lo vemos aquí en México y lo vemos en todas partes, hay una autora rusa que se llama Anna Starobinets que escribe terror y ciencia ficción, pero su último libro es como va a perder a su hijo y es precisamente un libro confesional.
—Yo no creo que esté peleado porque precisamente remitiendo a Mariana Enriquez la narrativa de ella tienen mucho que ver con la crítica social, pero le mete cosas del género. Otra de las autoras que más me gusta es María Fernanda Ampuero es una escritora ecuatoriana con una narrativa muy violenta está muy interesante, aunque sus cuentos no sean de terror, está contando dentro del relato una historia de terror; está un cuento que se titula “Monstruos” donde está la niña hablando sobre una experiencia que tuvo y tiene que ver con la chica que es la hija de la señora que limpia en su casa, y mientras pasa la historia de terror real ellas ven películas de terror, entonces la cercanía al género es muy constante, aunque no sean exactamente cuentos sobrenaturales.
—Creo que sí hay interés, y de hecho está en todas partes lo ves en autoras como Solange Rodríguez que también es ecuatoriana; la misma Mónica Ojeda ella quizá no es tan terrorífica es más como violencia muy extrema a veces; o autoras como Clio Mendoza aquí en México, entonces hay bastantes cosas que se mueven por ahí.
—Y lo sobrenatural no es que quede rezagado, sino que a veces se le tiene en un concepto malo. Lo que decía de Mariana Enriquez, supera al género de terror, va más allá del género de terror, y es como no tiene que ir más allá, simplemente con que escriba bien y sea o no sea del género de terror, pues ya con eso vale la pena. Pero esa necesidad de que trascienda el género pareciera que el género está como muy vinculado a las películas de espanto, a las películas de El Exorcismo de Dios, o el exorcismo del Diablo, tienen un poquito de mala fama.
—Y a quienes les gusta el terror, porque las películas de terror se siguen llenando, a veces no les gusta explorar. Aparte se me hace raro porque la tradición espectral es muy amplia, siempre que le preguntas a una persona que ni siquiera lee ni nada le hablas sobre terror mexicano y lo primero que va a pensar y te va a decir — ¡Ah claro La Llorona, El Charro Negro! —. Tenemos un folklore inmenso que es más explotado a veces por otros creadores, por ejemplo, la novela de The Outsider de Stephen King habla un poco del nahual, ya está metiendo cosas mexicanas; en la serie de Penny Dreadful habla de chicanos, de La Llorona y de La Santa Muerte; la misma película de La Llorona del universo de La Monja; o una película muy buena que se llama precisamente La Llorona, pero esa es de Jairo Bustamante es guatemalteca y ellos también tienen esta tradición muy ligada a la Xtabay, pero dices ¡Bueno, por qué aquí no haces algo así! Tenemos toda la tradición social, un montón de injusticias y la parte digamos sobrenatural a veces podría calzar.
—Me acuerdo mucho de un cuento de Bernardo Esquinca “La otra noche de Tlatelolco”, no está muy bien resuelto, pero el cuento es sobre la noche de Tlatelolco del sesenta y ocho, y cuando ocurre la matanza alguien se levanta y muerde a una persona, entonces empiezan a pelear contra zombis, ósea los estudiantes se convierten en zombis. La historia quizá no es tan buena, porque calzaría en una serie de zombis, pero al menos la intención ya está de jugar con esos dos aspectos que me parece bastante agradable.
—Yo lo veo así por qué no hay relatos de terror tan cercanos a San Malverde, a La Santa Muerte; hay una novela, por ejemplo, de Homero Aridjis que es sobre La Santa Muerte, porque él es un estudioso de La Santa Muerte. Apenas salió un libro de una escritora llamada Silvia Moreno García, originaria de Tamaulipas, pero se mudo a Canadá, entonces hace ya algún tiempo escribe en inglés y el libro que salió fue una explosión brutal en todo el ámbito literario cercano al terror se llama Mexican Gothic, de hecho, la tradujeron y lo tradujo también ella y el libro trata de una chica que se va a una casa espectral situada en Real del Monte, en Hidalgo, aparece el Panteón Inglés, toda la ciudad de Pachuca y demás ¿por qué no hay más libros así?
—Es muy peculiar porque sí existe, por qué una escritora como Silva Moreno García fue tan tomada en cuenta afuera y aquí no pasa o la misma Sandra Becerril. No sé si es porque a veces la lectura también es vista como una cosa super especial, de ¡Ah es que la lectura es arte! Y si yo no leo a Shakespeare o a Cervantes lo demás no me importa, entonces quizá como abrir un poquito más eso, para que la gente común y corriente como cualquiera de nosotros, lea un libro sin problema.
Notas
[1] Howard Phillips Lovecraft (20 de agosto de 1890, Providence, Rhode Island, Estados Unidos - 15 de marzo de 1937, Providence, Rhode Island, Estados Unidos).
[2] Edgar Allan Poe (19 de enero de 1809, Boston, Massachusetts, Estados Unidos - 7 de octubre de 1849, Church Home & Hospital, Baltimore, Maryland, Estados Unidos).
[3] William Peter Blatty (7 de enero de 1928, Nueva York, Nueva York, Estados Unidos - 12 de enero de 2017, Bethesda, Maryland, Estados Unidos) fue un escritor y director de cine estadounidense. Autor de la novela El exorcista y del posterior guion cinematográfico de la película del mismo nombre.
[4] Amparo Dávila (21 de febrero de 1928, Pinos, México - 18 de abril de 2020, Zacatecas, México) fue una escritora mexicana. Obtuvo el Premio Xavier Villaurrutia en 1977.
[5] Guadalupe Dueñas (19 de octubre de 1910, Guadalajara, México - 13 de enero de 2002, Ciudad de México) fue una destacada cuentista y ensayista mexicana.
[6] Francisco Tario (9 de diciembre de 1911, Ciudad de México - 1977, Madrid, España), seudónimo de Francisco Peláez, fue un escritor mexicano.
[7] Adela Fernández y Fernández (6 de diciembre de 1942, Ciudad de México - 18 de agosto de 2012, Ciudad de México). Fue una escritora y maestra de teatro, hija del cineasta mexicano Emilio "El Indio" Fernández y la cubana Gladys Fernández.
[8] Horacio Silvestre Quiroga Forteza (31 de diciembre de 1878, Salto, Uruguay - 19 de febrero de 1937, Buenos Aires, Argentina), fue un cuentista, dramaturgo y poeta uruguayo.
[9] Shirley Jackson (14 de diciembre de 1916, San Francisco, California, Estados Unidos - 8 de agosto de 1965, North Bennington, Vermont, Estados Unidos) fue una cuentista y novelista estadounidense especializada en el género de terror.
[10] Vicente Florencio Carlos Riva Palacio Guerrero (16 de octubre de 1832, Ciudad de México - 22 de noviembre de 1896, Madrid, España) fue un político, militar, jurista y escritor mexicano.
[11] Cuento escrito por José María Roa Bárcena (Xalapa, México 1827 - Ciudad de México, 1908).
[12] Ana de Gómez Mayorga (2 de enero de 1878, Ciudad de México - Ciudad de México, 1954) Maestra normalista, escritora, inspectora técnica de primarias.
[13] Roberto Gavaldón (7 de junio de 1909, Municipio de Jiménez, México - 4 de septiembre de 1986, Ciudad de México) fue un director de cine mexicano.
[14] Poetisa. Debutó en la industria cinematográfica en la cinta “Corazones de México” (Dir. Roberto Gavaldón, 1945), protagonizada por Lilia Michel y Domingo Soler.
[15] Laura Méndez de Cuenca (18 de agosto de 1853, Amecameca, México - 1 de noviembre de 1928, Ciudad de México), fue una profesora, feminista, escritora, articulista y poetisa mexicana.
[16] Raquel Banda Farfán (10 de marzo de 1927, edad 95 años), es una escritora de novela y de cuento. Formó parte de la generación de Medio Siglo.
[17] Nostalgia del Paraíso, ediciones Porrúa, 2020.
[18] Francisca Ernestina Campobello (7 de noviembre de 1900, Ocampo, México - 9 de julio de 1986, Progreso, México), conocida como Nellie Campobello, fue testigo y narradora de la Revolución Mexicana además de precursora del ballet en México.
[19] Emiliano González Campos (25 de marzo de 1955, Ciudad de México - 15 de marzo de 2021) fue un escritor y poeta mexicano considerado uno de los escritores esenciales de literatura fantástica en México.
[20] Adriana Díaz Enciso (Guadalajara, Jalisco, el 26 de febrero de 1964) es una poeta, ensayista, traductora y narradora mexicana. Autora de las letras de varias canciones del grupo mexicano de rock Santa Sabina, incluidas en los discos Santa Sabina, Símbolos, Babel, Mar adentro en la sangre y Espiral.
[21] Una novela victoriana de Adriana Díaz Enciso, La sed, Colibrí, México, 2001, 316 pp.
[22] Carlos Fuentes Macías (11 de noviembre de 1928, Panamá, Panamá - 15 de mayo de 2012, Ciudad de México) fue un escritor mexicano. Adscrito al llamado «boom latinoamericano», fue uno de los autores más destacados de su país y de las letras hispanoamericanas.
[23] Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno (6 de mayo de 1917, San Gabriel, México - 7 de enero de 1986, Ciudad de México) fue un escritor, guionista y fotógrafo mexicano, perteneciente a la Generación del 52.
[24] Mariana Enríquez (1973 (edad 49 años), Buenos Aires, Argentina) es una periodista, escritora y docente argentina, ganadora del Premio Ciudad de Barcelona (2017); Premio Herralde (2019).
[25] Cecilia Eudave (11 de abril de 1968, edad 53 años, Guadalajara, México) es una narradora, ensayista, poeta y antóloga mexicana.
[26] Bibiana Camacho (Ciudad de México, el 16 de diciembre de 1974) es una escritora mexicana.
[27] Bernardo Esquinca (4 de enero de 1972 (edad 50 años), Guadalajara, México) es un escritor mexicano. Su obra mezcla los géneros policiaco, fantástico y de terror
[28] Lola Ancira (Querétaro, México, 1987). Ha publicado ensayos, cuentos y reseñas literarias en diversos medios electrónicos e impresos.
[29] Stephen King (21 de septiembre de 1947, edad 74 años, Portland, Maine, Estados Unidos) es un escritor estadounidense de novelas de terror, ficción sobrenatural, misterio, ciencia ficción y literatura fantástica.
[30] Violeta Carrasco Jiménez escritora tlaxcalteca, autora del libro Óleo sobre lienzos.
[31] Ileana Vargas (Ciudad de México, 18 de abril de 1978) escritora y traductora mexicana.
[32] Jazmina Barrera (Ciudad de México, 1988) es escritora, editora y traductora. Su narrativa y ensayo hablan sobre maternidad, cuerpo, faros y vínculos afectivos.
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